Es indudable afirmar que
actualmente los medios de comunicación están sumergidos en una crisis profunda.
Entre que las empresas de publicidad están al borde del colapso, los lectores
no se fían de las principales cabeceras y los políticos ya no citan a los
medios para anunciar sus decisiones sino que las cuelgan en Twitter, el mundo
del periodismo se está volviendo loco para volver a atrapar a su audiencia y
dar prestigio a su nombre.
Es también indudable que vivimos en
un mundo más digitalizado que nunca, donde es más importante el número de likes de una publicación que su propio
contenido, donde los usuarios son los dueños de la información y donde, si una
noticia no se comparte lo suficiente, es como si nunca se hubiese escrito. En
esta marea de tecnologías es donde se encuentran naufragando la mayoría de los
diarios del mundo; la mayoría menos uno.
“La dama gris”, o más conocido
como The New York Times, es el medio de comunicación más influente del mundo y
el que mejor se ha adaptado a las actuales necesidades de la era móvil y
digital. A continuación veremos cuáles han sido sus objetivos para esta
reinvención y, por consiguiente, cuáles han sido los métodos que han llevado a
cabo para cumplir este reto.
Desde sus inicios, la publicación
neoyorquina ya apuntaba maneras al subirse al carro del internet as soon as possible, como dirían ellos. En
febrero de 1996 The New York Times ya contaba con su página web. Entonces,
las noticias solo eran actualizaciones de la edición en papel y eran gratis y
accesibles para todo el mundo. Pero el verdadero cambio empezó a llegar en 2014
cuando el diario publicó el “Innovation Report”, un documento de casi 100 páginas
en el que se evidenciaba la negativa de los editores a incluir en sus
redacciones a programadores y diseñadores web.
Entonces el chip cambió
radicalmente y se dieron cuenta de la necesidad de adaptarse a las nuevas
tecnologías, tanto internamente en las redacciones como externamente con sus
lectores. Para ello, decidieron apostar por una estrategia basada en la
transformación de los subscriptores online en la única -sino mayoritaria-
fuente de ingresos del diario y no tanto la publicidad. Esta maniobra puede
resultarnos familiar ya que Netflix, Spotify o HBO también la llevan a cabo:
consiste en invertir muy directamente en una oferta principal, en este caso el
periodismo, a la vez que se añaden continuamente otro tipo de contenidos que
hagan que los subscriptores no puedan vivir sin ellos.
Los resultados demuestran que
esta táctica no les ha ido tan mal puesto que, según datos del último trimestre del pasado año, un
64% de los ingresos del New York Times eran de las subscripciones de los
usuarios mientras que el 29,5% que recibían era por publicidad. Y si lo
comparamos con otros medios aún lo vemos más evidente: en 2016, “la dama gris”
ganaba 500 millones de dólares por esas subscripciones, superando con creces a
uno de sus competidores, The Washington Post, que solamente obtenía 60 millones
de dólares. De esta manera, han demostrado que hay muchísimas personas
dispuestas a pagar por la información. Pero no seamos ingenuos, no lo hacen
porque sí, sino que esos fieles lectores saben que las noticias bajo el sello
de TNYT son fiables, útiles y de calidad.
Por eso vemos que, a pesar de que
hayan cambiado el producto periodístico, el modelo de negocio y la relación con
los lectores, solo ha habido un elemento que se ha mantenido invariable durante
todo este tiempo y es la vehemente voluntad de la empresa periodística de apostar
en todo momento por un periodismo de la máxima calidad posible.
Pero para que eso fuese posible,
había un último elemento al que hacer frente y eran los trabajadores. Como todo
buen periodista sabe, el periodismo debe estar al servicio del lector y, con
todos estos resultados, TNYT ha sabido estar a la altura. Con un equipo de
1.300 periodistas concienciados de que debían aprender nuevas técnicas
periodísticas desconocidas hasta entonces y adaptándose a las cámaras de sus
teléfonos móviles, se pusieron manos a la obra para crear nuevas formas de
explicar las noticias y llegar a un público más amplio. Pero no como en 2014
que rehusaban a los informáticos o a los diseñadores, sino trabajando mano a
mano con ellos, uniendo todos los departamentos y aprendiendo nuevas
habilidades que suplan las carencias de esta era digital.
Alguno de los resultados fueron los
servicios adicionales como Cooking, una aplicación de recetas de cocina,
Watching, una web de recomendación de cine y televisión, e incluso Turkey Talk,
otra aplicación para ayudar a los cocineros con la comida del día de acción de
Gracia. Además, han apostado por nuevos formatos, como son los podcasts o el
contenido multimedia, siempre teniendo presente que todas esas nuevas
herramientas serian consumidas desde un dispositivo móvil. Es lo que se
mencionaba anteriormente: crear productos periodísticos a la vez que contenidos
adicionales para mantener enganchados a los usuarios.
Cooking |
Watching |
Turkey Text |
Podcasts |
Es por todas estas razones por
las que se afirma contundentemente que The New York Times ha vivido uno de los
mayores procesos de reinvención en la historia de la industria periodística.
“La dama gris” ha demostrado una increíble adaptación a esta nueva época
basándose en sus objetivos claros y en sus perseverantes métodos para
conseguirlos.
Para que los medios españoles
logren conseguir vivir sin tambalearse ante esta ola de digitalización hace
falta una larga espera para que los métodos de The New York Times crucen el
charco. La mayoría de diarios nacionales se alimentan básicamente de la
publicidad y esta es una buena fuente de ingreso a corto plazo, sí, pero en
términos más amplios no va a ser suficiente para sostener estos negocios
informativos. Además, los modelos de negocio españoles están aún a años luz de
los americanos ya que, aunque podamos acceder a sus versiones online, no
consiguen atraparnos lo suficiente como para que paguemos por ellas, ni en
forma de videos ni de contenidos adicionales. Aún queda un largo camino por
recorrer, es cierto, pero hará falta que los medios de comunicación españoles
se apliquen la frase de “renovarse o morir” más pronto que tarde.
La mayoría de la información ha sido extraída de la revista Wired, la edición de marzo de 2017.